Un día como hoy hace 25 años, la sonda Voyager 1 tomó una imagen de la Tierra a 6.000 millones de kilómetros de distancia. A la imagen se la conoce como ‘Punto Azul Pálido’ y representa un referente para la reflexión de nuestro lugar en la Historia y en el Cosmos.
Un día como hoy hace 25 años, la sonda Voyager 1, después de haber completado todos los objetivos de su misión, y antes de alejarse para siempre de nuestro sistema solar, volvió su cámara hacia el planeta de donde había salido y tomó una imagen de la Tierra a 6.000 millones de kilómetros de distancia.
Las bandas de color son reflejos del Sol en la misma Voyager 1 y el pequeño punto que veis dentro de la banda de la derecha es la Tierra. A la foto se la conoce con el nombre de ‘Punto Azul Pálido’, y se hizo a sugerencia del astrónomo Carl Sagan. No hubo ninguna razón científica para tomar esta foto, pero las enseñanzas que se desprenden de ella creo que son imprescindibles para entender nuestro lugar real en el Historia, en la Tierra y en el Cosmos. La imagen inspiró a Carl Sagan a escribir unas reflexiones -que paso a relatar abajo- que no pueden dejar indiferente a alguien que se precie de ser un Ser Humano:
“Desde esta perspectiva distante, la Tierra puede no parecer tener algún interés; pero, para nosotros, es diferente… Consideremos de nuevo ese punto…, ese punto es ‘aquí’…, ese punto es nuestro hogar…, ese punto somos nosotros. En él, todas las personas que amas, todas las personas que conoces, todas las personas de las que hayas oído jamás, todos los seres humanos que hayan existido, han vivido sus vidas. La suma de nuestros júbilos y de nuestras penalidades; miles de religiones, ideologías, y doctrinas económicas seguras de sí mismas; todo cazador y recolector, todo héroe y cobarde, todo creador y destructor de civilizaciones, todo rey y campesino, toda pareja enamorada, todo padre y madre, niño ilusionado, inventor y explorador, todo profesor de moral, todo político corrupto, toda ‘superestrella’, todo ‘líder supremo’, todo santo y todo pecador en la historia de nuestra especie… ha vivido ahí… en una mota de polvo… suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un minúsculo escenario en un vasto teatro cósmico. Pensad en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores para que, de forma gloriosa y triunfal, pudieran ser amos momentáneos… de una fracción de un punto. Pensad en las crueldades sin fin de los habitantes de alguna esquina de ese píxel hacia los indistinguibles habitantes de alguna otra esquina; cuan frecuentes sus malentendidos, cuan ansiosos de matarse unos a otros, cuan acérrimos sus odios.
Nuestras afectaciones, nuestra imaginada importancia personal, la ilusión de que ostentamos alguna posición de privilegio en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es una mota solitaria envuelta en una gran noche cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, nada sugiere que seremos ayudados de fuera para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único lugar que conocemos capaz de albergar vida. No hay ningún lugar, al menos en el medio plazo, al que nuestra especie pueda migrar: ¿visitar?, sí; ¿asentarse?, no todavía. Nos guste o no, la Tierra es, por el momento, el lugar al que aferrarnos.
Se ha dicho que la Astronomía es una experiencia que enseña humildad y forja el carácter. No hay posiblemente una mejor demostración de la disparatada arrogancia humana que esta imagen distante de nuestro pequeño mundo. Para mí, enfatiza nuestra responsabilidad para ser más bondadosos unos con otros, y para proteger y amar el punto azul pálido…, el único hogar que hemos conocido.”
Carl Sagan
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